Como un vigía, en un lugar inesperado, el Castillo de Mandl domina el paisaje serrano de Córdoba. Imponente, se encuentra rodeado no sólo por una magnífica postal de La Cumbre sino por su propia historia, en la que no faltan las leyendas.
En pleno Valle de Punilla se levanta el último reducto en la Argentina del millonario austríaco Fritz Mandl. Allí vivió por temporadas con sus últimas dos esposas al llegar como refugiado con su Rolls Royce y una tonelada de oro en lingotes. Y tras su muerte en Viena, en 1977, se desató una guerra por su herencia que culminó con la remodelación de la residencia y su reciente apertura al turismo.
Como si no bastara con sus bellas mujeres y su adinerado entorno social, Mandl le imprimió al Castillo el inconfundible sello del diseñador francés Jean Michel Frank. Sí, el cultor del minimalismo en el siglo XX. De la mano de Frank, de Diego Giacometti y el mobiliario de la prestigiosa Casa Comte, fueron eliminados los elementos que caracterizaban al lugar como una fortaleza más que una residencia y logró un estilo muy de avanzada para los años 40.
Los salones y las suites del castillo, por donde han pasado personalidades históricas y de la nobleza a lo largo de los años, se caracterizan por su equilibrio de elegancia y confort. A su vez, cada habitación es única, tanto en su mobiliario como en su estilo.
Con 2 mil metros cuadrados cubiertos y 11 hectáreas de extensión, el lugar convoca en muchos sentidos. Atrae a los visitantes que gustan de la buena gastronomía y del silencio en medio del verde de las sierras, tanto como a los devotos del turismo aventura o del golf. Y por supuesto, a los expertos en historia, arte, diseño y cine.
Precisamente, a cinco minutos del Castillo se encuentra La Cumbre Golf Club. Fundada en 1924, esta cancha típicamente inglesa cuenta con 18 hoyos en un entorno natural más que saludable. En tanto, el trekking, las cabalgatas, los circuitos en bicicleta y el parapente son algunas de las opciones de recreación al aire libre que el visitante puede disfrutar durante su estadía.
Todo es historia
Para conocer los orígenes del castillo no hay que remontarse muy lejos en el tiempo. Sólo hasta 1930, cuando el médico rosarino Bartolomé Vasallo lo mandó a construir como residencia veraniega. Por aquellos años, su estructura ostentaba torres y almenas y era conocido como "el fuerte". Pero sólo una década más tarde pasaría a manos del millonario austríaco Fritz Mandl.
Como si se tratara de un personaje de película, Mandl tuvo una vida tan agitada y polémica como difícil de sintetizar. Podemos empezar por contar que heredó una fábrica de armas en Austria con la que ayudó a pertrechar a la Alemania de Hitler. Sin embargo, llegó a la Argentina a mediados de la década del 40 huyendo del nazismo.
Hijo de un padre judío y una madre católica, Mandl se casó en segundas nupcias con la actriz vienesa Hedy Lamarr, que filmó el primer desnudo total de la historia del cine. Mandl lucía siempre un clavel rojo en la solapa, fumaba sólo cigarros Havana y coleccionaba trajes (llegó a contabilizar 278). Además, le vendió armas a Francia y Suecia, a Alemania y Hungría, a Polonia y Suiza, y a los dos bandos durante la Guerra Civil Española, entre tantos otros países.
Como en la guerra, para Mandl en el amor también valía todo y tuvo más amantes que esposas, que fueron cinco. Se casó por cuarta vez con la argentina Gloria Vinelli y por último, con Monika Brueckelmayer. Luego de la muerte de Mandl en Viena en 1977, el Castillo cerró sus puertas durante largos períodos hasta que comenzó su restauración para devolverle el esplendor de antaño.
El Castillo funciona como hotel desde enero de 2007, ofreciendo un refugio lleno de historia y tranquilidad. Y un silencio que guardan sus muros, guardianes fieles de tantos secretos...
En pleno Valle de Punilla se levanta el último reducto en la Argentina del millonario austríaco Fritz Mandl. Allí vivió por temporadas con sus últimas dos esposas al llegar como refugiado con su Rolls Royce y una tonelada de oro en lingotes. Y tras su muerte en Viena, en 1977, se desató una guerra por su herencia que culminó con la remodelación de la residencia y su reciente apertura al turismo.
Como si no bastara con sus bellas mujeres y su adinerado entorno social, Mandl le imprimió al Castillo el inconfundible sello del diseñador francés Jean Michel Frank. Sí, el cultor del minimalismo en el siglo XX. De la mano de Frank, de Diego Giacometti y el mobiliario de la prestigiosa Casa Comte, fueron eliminados los elementos que caracterizaban al lugar como una fortaleza más que una residencia y logró un estilo muy de avanzada para los años 40.
Los salones y las suites del castillo, por donde han pasado personalidades históricas y de la nobleza a lo largo de los años, se caracterizan por su equilibrio de elegancia y confort. A su vez, cada habitación es única, tanto en su mobiliario como en su estilo.
Con 2 mil metros cuadrados cubiertos y 11 hectáreas de extensión, el lugar convoca en muchos sentidos. Atrae a los visitantes que gustan de la buena gastronomía y del silencio en medio del verde de las sierras, tanto como a los devotos del turismo aventura o del golf. Y por supuesto, a los expertos en historia, arte, diseño y cine.
Precisamente, a cinco minutos del Castillo se encuentra La Cumbre Golf Club. Fundada en 1924, esta cancha típicamente inglesa cuenta con 18 hoyos en un entorno natural más que saludable. En tanto, el trekking, las cabalgatas, los circuitos en bicicleta y el parapente son algunas de las opciones de recreación al aire libre que el visitante puede disfrutar durante su estadía.
Todo es historia
Para conocer los orígenes del castillo no hay que remontarse muy lejos en el tiempo. Sólo hasta 1930, cuando el médico rosarino Bartolomé Vasallo lo mandó a construir como residencia veraniega. Por aquellos años, su estructura ostentaba torres y almenas y era conocido como "el fuerte". Pero sólo una década más tarde pasaría a manos del millonario austríaco Fritz Mandl.
Como si se tratara de un personaje de película, Mandl tuvo una vida tan agitada y polémica como difícil de sintetizar. Podemos empezar por contar que heredó una fábrica de armas en Austria con la que ayudó a pertrechar a la Alemania de Hitler. Sin embargo, llegó a la Argentina a mediados de la década del 40 huyendo del nazismo.
Hijo de un padre judío y una madre católica, Mandl se casó en segundas nupcias con la actriz vienesa Hedy Lamarr, que filmó el primer desnudo total de la historia del cine. Mandl lucía siempre un clavel rojo en la solapa, fumaba sólo cigarros Havana y coleccionaba trajes (llegó a contabilizar 278). Además, le vendió armas a Francia y Suecia, a Alemania y Hungría, a Polonia y Suiza, y a los dos bandos durante la Guerra Civil Española, entre tantos otros países.
Como en la guerra, para Mandl en el amor también valía todo y tuvo más amantes que esposas, que fueron cinco. Se casó por cuarta vez con la argentina Gloria Vinelli y por último, con Monika Brueckelmayer. Luego de la muerte de Mandl en Viena en 1977, el Castillo cerró sus puertas durante largos períodos hasta que comenzó su restauración para devolverle el esplendor de antaño.
El Castillo funciona como hotel desde enero de 2007, ofreciendo un refugio lleno de historia y tranquilidad. Y un silencio que guardan sus muros, guardianes fieles de tantos secretos...